Al aproximarnos a un agujero negro, nuestra percepción del entorno se alteraría drásticamente debido a la intensa curvatura del espacio-tiempo que estos objetos generan. Estos fenómenos han sido respaldados por observaciones reales, como la primera imagen del agujero negro en la galaxia M87 obtenida por el Telescopio del Horizonte de Sucesos, que mostró la sombra del agujero negro rodeada por un anillo brillante de material en acreción.
Además, representaciones cinematográficas, como la del agujero negro “Gargantúa” en la película “Interstellar”, han intentado recrear estos efectos visuales basándose en simulaciones científicas. En resumen, aunque un agujero negro en sí mismo es invisible, su influencia en la luz y la materia circundante produce efectos observables que nos permiten inferir su presencia y características.