En los últimos cien años, España ha experimentado una notable recuperación de sus bosques. A mediados del siglo XIX, la superficie forestal se redujo a aproximadamente seis millones de hectáreas debido a actividades como la construcción naval, la minería, la agricultura y la ganadería. Hoy en día, esa cifra ha aumentado a 19,2 millones de hectáreas, gracias a esfuerzos de reforestación y al abandono de tierras agrícolas.
Sin embargo, la crisis climática actual plantea nuevos desafíos, como la amenaza de una elevada mortalidad de árboles. Expertos sugieren que, más que plantar nuevos árboles, es esencial gestionar adecuadamente los bosques existentes para garantizar su resiliencia y capacidad de absorción de carbono.