El antropólogo Jeremy DeSilva, experto en evolución humana, analiza cómo caminar erguido sobre dos piernas transformó profundamente la trayectoria evolutiva de nuestra especie. Aunque este cambio anatómico trajo ventajas, como la capacidad de utilizar las manos para fabricar herramientas, también implicó importantes desventajas, entre ellas una menor velocidad al huir de depredadores, una mayor exposición a riesgos y dolores asociados a la postura, y problemas relacionados con el parto debido al estrechamiento de la pelvis.
DeSilva sostiene que estos desafíos físicos fueron compensados por el desarrollo de características sociales y emocionales como la empatía y la compasión. Estos rasgos, no solo mejoraron la supervivencia individual, sino que también favorecieron la cohesión de los grupos. El antropólogo destaca cómo estos comportamientos solidarios no solo tienen un impacto en la supervivencia, sino también en nuestra capacidad para generar cultura y relaciones sociales complejas. La cooperación y el cuidado mutuo se convierten en elementos esenciales que moldean tanto nuestra biología como nuestras sociedades.