Un problema logístico en una estación submarina de investigación en el Mediterráneo llevó a un inesperado experimento que desafió las concepciones sobre la inteligencia de los peces. El Instituto Max Planck de Comportamiento Animal descubrió que peces del Mediterráneo pueden reconocer y recordar a buceadores según su asociación con la comida.
Inicialmente, los peces siguieron a todos los buceadores por igual, pero cuando solo uno les proporcionaba alimento, aprendieron a identificarlo y preferirlo. Al usar equipos idénticos, los peces no lograron diferenciarlos, sugiriendo que se basaban en el color del traje. El hallazgo, publicado en Biology Letters, demuestra que la capacidad cognitiva de los peces salvajes es mayor de lo que se pensaba.