La población de oso pardo en los Pirineos, que en 1996 se había reducido a sólo 4 ejemplares, ha experimentado un impresionante giro hacia la recuperación. Hoy, gracias a un programa de reintroducción y esfuerzos de conservación, la población asciende a 76 osos.
Este éxito se atribuye a la cooperación entre organizaciones conservacionistas, administraciones y comunidades locales. La estrategia ha incluido la introducción de osos procedentes de Eslovenia y un seguimiento constante de la población, ayudando a evitar la consanguinidad y fomentando la diversidad genética.
El desafío actual radica en promover la coexistencia pacífica entre osos y humanos, y en utilizar la presencia del oso como un impulso para el turismo sostenible y el desarrollo rural. Este caso es un testimonio de cómo la acción coordinada y el compromiso pueden revertir la amenaza de extinción y enriquecer la biodiversidad regional.